• Preparación 30 min.
  • Tiempo Total 1 hora
  • Rinde 5 porciones
  • Dificultad medio

Descripción de la receta

En las coloridas calles de Honduras, hay un tesoro que ha deleitado a generaciones con su dulce encanto: los pirulines. Estos tentadores manjares, presentes en la vida cotidiana de los hondureños, han pasado de ser simples golosinas a convertirse en un símbolo de la tradición y la cultura dulcera del país.

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Los pirulines, con sus vibrantes colores y sabores cautivadores, se han arraigado profundamente en la vida diaria de Honduras. Originarios de los puestos callejeros y pequeñas tiendas, estos dulces han evolucionado para convertirse en una deliciosa tradición que se comparte entre amigos y familiares.

Lo que hace que los pirulines sean irresistibles es la amplia variedad de sabores y texturas que ofrecen. Desde los clásicos de azúcar caramelizada que nos transportan a la nostalgia de la infancia, hasta los más modernos con toques de tamarindo y sabores exóticos, la oferta es diversa y siempre emocionante.

Este es un dulce tradicional de Honduras.

Pirulines, un dulce hondureño 

En las bulliciosas calles de Tegucigalpa y otras ciudades hondureñas, los vendedores ambulantes son guardianes de esta tradición dulce. Sus carritos adornados con pirulines de todos los colores atraen a niños y adultos por igual. Además, los mercados locales son verdaderos paraísos para los amantes de los dulces, con puestos que exhiben pirulines en una exhibición tentadora.

Más allá de ser simplemente un dulce, los pirulines han tejido un vínculo cultural y social en Honduras. Compartir un pirulín con amigos en una tarde soleada o regalarlos como gesto de cariño son prácticas arraigadas en la sociedad hondureña, fortaleciendo la conexión entre las personas.

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Aunque los pirulines siguen siendo una delicia querida, el sector enfrenta desafíos en un mundo en constante cambio. Sin embargo, estos desafíos también han abierto oportunidades para la innovación y la expansión, permitiendo que los pirulines evolucionen sin perder su esencia tradicional.

En cada bocado de un pirulín hondureño, se encuentra la rica historia de una tradición dulce que perdura en el tiempo. Estos pequeños placeres no solo endulzan los paladares, sino que también son portadores de recuerdos y vínculos que hacen estos dulces una joya única en el panorama gastronómico de Honduras.

Ingredientes

  • 2 tazas de azúcar blanca
  • ½ taza de agua
  • 1 limón pequeño o medio
  • c/n de colorante rojo en polvo
  • Papel de manteca
  • Papel de celofán
  • Palillos para choco bananos

Paso a paso

  1. En una olla agregar el azúcar y el agua, y llevar a ebullición. Al hervir agregar el colorante en polvo y el jugo de limón, dejar espesar hasta formar una bolita en un vaso con agua.
  2. Mientras se espesa el almíbar, ir cortando los cuadrados de papel encerado y enrollar hasta formar un cucurucho (forma de un cono), hacer un pequeño enrollado en la punta, para evitar que el dulce se salga del fondo.
  3. Cuando el almíbar ya esté a punto verter con cuidado en cada moldecito de pirulín, colocarlos en un molde uno junto a otro, para evitar derramar el caramelo caliente. Agregar el palillo y dejar secar en un día.
  4. Desmoldar y quitar el papel encerado y envolver en papel celofán.

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