La historia del tequila comienza como un destilado que se obtiene a partir de la fermentación y posterior destilación del jugo extraído de la planta de agave. Para considerarse tequila auténtico, el agave debe provenir de la zona de denominación de origen y ser de la variedad agave azul o agave tequilana. Aunque existen 295 tipos diferentes de agaves, solo la variedad azul se utiliza en la producción de tequila.
La historia del tequila tiene un origen ancestral, habiéndose producido desde el siglo XVI aproximadamente desde 1538. De hecho, Tequila es también el nombre de la ciudad que dio vida a esta icónica agua ardiente, donde se encuentran numerosas fábricas dedicadas a su elaboración.
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Origen de la palabra “Tequila”
Sobre el origen del tequila existe una teoría que dice que fue descubierta durante una tormenta eléctrica, cuando un rayo cayó sobre un sembradío de agaves. La intensidad del rayo provocó un incendio, y los vapores generados por el calor hicieron que las piñas de agave liberaran una miel de sabor dulce y aroma agradable, esto llamó la atención de los nativos. Al descubrir que esta miel fermentada tenía efectos relajantes y provocaba euforia al ser consumida, comenzaron a valorarla.
Otra de las historias del origen de esta autentica bebida se menciona que en las primeras décadas tras la conquista, se empezó a elaborar una bebida fermentada a partir de la planta de agave. Posteriormente, con la influencia árabe e hispánica, se introdujeron alambiques en el continente para destilarla. Durante muchos años, esta bebida fue conocida como «vino de mezcal» o «mezcal tequila», ya que «mezcal» era uno de los nombres utilizados para referirse al agave. Según la historia, fue Don Cenobio Sauza, uno de los productores más influyentes en la industria del tequila, quien le dio el nombre definitivo de «tequila», reemplazando así el término «vino mezcal de tequila».
Procedencia del Tequila
Esta bebida se elabora a partir de la planta de la familia de las agaváceas conocida como agave tequilana Weber, variedad azul. Aunque existen aproximadamente 295 especies diferentes de agaves, solo esta variedad específica puede utilizarse para producir tequila. Por otro lado, otras especies de agave son empleadas en la elaboración de mezcal y pulque. Esta distinción en las variedades de agave representa una de las principales diferencias entre el tequila, el mezcal y el pulque.
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Tipos de Tequilas
De acuerdo a su proceso de maduración, los tequilas se clasifican en 5 clases:
Blancos o platas: son tequilas transparentes, aunque no necesariamente incoloros, que tras el proceso de destilación continúan con las operaciones de producción sin someterse a un añejamiento en madera. Alternativamente, pueden reposar en contenedores de madera por un período inferior a dos meses.
Jóvenes u oro: son el resultado de la mezcla de tequila blanco con tequila reposado, añejo o extra añejo. Además, se denomina «joven» al producto que se obtiene al añadir algún tipo de abocante al tequila blanco.
Abocado: proceso para suavizar el sabor del tequila mediante la adición de uno o más de los siguientes ingredientes.
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- Color caramelo.
- Extracto de roble o encino natural.
- Glicerina.
- Jarabe a base de azúcar.
Reposado: puede ser suavizado al añadir un abocante y se madura en pipones, contenedores de madera de más de 600 litros o barril de roble o encino durante un período mínimo de 2 meses y máximo de 12 meses.
Añejo: se madura en contacto directo con la madera en barril de roble o encino de hasta 600 litros, durante un período mínimo de 12 meses y máximo de 36 meses.
Extra Añejo: se madura en contacto directo con barriles de madera de roble o encino de hasta 600 litros, durante un período mínimo de 3 años.
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